Discurso pronunciado por el Gobernador de Jalisco, Emilio González Márquez, durante la Ceremonia Conmemorativa del 200 Aniversario de la Publicación del Bando de Abolición de la Esclavitud en Palacio de Gobierno por Don Miguel Hidalgo y Costilla. Plaza de la Liberación. Guadalajara, Jalisco.
Muy buenos días.
Hace 200 años, el 6 de diciembre de 1810 el generalísimo de America, Don Miguel Hidalgo y Costilla, realizó en esta Ciudad uno de los actos de mayor justicia y trascendencia que pudo concretar en el corto tiempo en que encabezó la lucha por la independencia.
Con la proclamación del Bando contra la esclavitud, el Padre de la Patria puso fin en estas tierras al reconocimiento legal de una de las realidades más vergonzosas y humillantes, que por desgracia, han acompañado al hombre en lo largo de la historia, el que un ser humano se declare dueño del otro en todo, incluso de su vida misma y que esa persona pueda ser materia que comercio como si fuese con objeto.
Al haber sido la sede de la firma del bando, Guadalajara y su Palacio de Gobierno quedaron registrados en el historia como el lugar en el que el Cura Hidalgo se adelantó a los Gobiernos de todas las naciones de América y de Europa, al poner fin a un injusto sistemas económico en el que la prosperidad de una región o de un país dependía del trabajo esclavo y del comercio de un grupo de personas.
En España la esclavitud quedó abolida en 1837, 27 años después; en Estado Unidos se erradicada de su territorio en 1865 al termino de una cruenta guerra civil, 55 años después que en nuestra Patria; en Puerto Rico los 31 mil esclavos fueron liberados en 1873; en Cuba donde había más de 400 mil la esclavitud terminó hasta 1880; para los inicios de este siglo la esclavitud ya había sido abolida en prácticamente todas las legislaciones del mundo.
Sin embargo, 200 años después de la firma del Bando por parte del Padre de la Patria, Don Miguel Hidalgo la esclavitud no ha desaparecido del mundo en los hechos, sigue existiendo tanto en su forma tradicional como en nuevas formas de sometimiento de un grupo de seres humanos a la voluntad de otros.
La ignorancia y la pobreza esclavizan porque no permiten el aprovechamiento pleno de las capacidades y actitudes de las personas y por lo tanto quienes viven en estas condiciones no pueden alcanzar un desarrollo pleno.
Las mujeres que sufren violencia padecen esclavitud, la trata de personas también lo es y se ha convertido en uno de los negocios ilícitos más lucrativos del mundo, se estima, además, que en el mundo existen por lo menos un millón 400 mil mujeres y niñas que son utilizadas contra su voluntad para el comercio y la explotación sexual.
Según la Organización Mundial del Trabajo, por otro lado, hay más de 12 millones de adultos y de niños en el mundo en trabajos forzados, de los cuales, más de la mitad son mujeres.
Quien se hace adicto deja de ser dueño de si mimo, y es está la esclavitud moderna que ahora enfrenta la humanidad: las adicciones; porque quien es adicto pierde su libertad, su voluntad y su dignidad, se convierte en propiedad de su proveedor de estupefacientes y es capaz de hacer lo que le pidan sin importar lo abominable que sea con tal de satisfacer el vicio que lo tiene esclavizado.
Cuántos proyecto de vidas se han cancelado a causa de las adicciones, cuántos talentos se han desperdiciado, cuántas vidas se han perdido por el vicio de la droga. No hay duda de que las pérdidas que registran nuestro País a causa de las drogas son inconmensurables.
Se invierten muchos recursos en el combate al narcotráfico que podrían destinarse a obras de infraestructura o a programas de política social, se pierden vidas de soldados y policías que combaten a los narcotraficantes, se pierden jóvenes que son enganchados por las mafias deslumbrados por el poder y el dinero que ofrece esta criminal actividad, se pierde a hombres, mujeres y niños de todos los estratos sociales que caen en la esclavitud de la drogadicción.
Para terminar con esta nueva forma de esclavitud, es necesario tomar conciencia de que la adicción a las drogas es una forma de autodestrucción, que esta adicción ha creado un mercado que enriquece a los criminales que venden las drogas y que estos criminales son los responsables de la violencia que afecta a nuestro País.
Comprar, vender, consumir drogas, significa no solo atentar contra nuestra salud si no también fortalecer a nuestros enemigos, a ser más poderosos a quienes asesinan y destruyen a los mexicanos.
Invito a todos los ciudadanos, a los adolescentes que aún no llegan a la mayoría de edad a que reflexionen sobre lo que quieren en la vida, al futuro que desean para ellos, y para sus descendientes y comprendan que la lucha contra las adicciones es una tarea de todos, no tan solo del Gobierno.
Venceremos en esta batalla con el apoyo de la sociedad, los padres educando y orientando a los hijos, los jóvenes decididos a decir no a las invitaciones a probar la droga, y los que padecen la esclavitud de la adicción, con la firme voluntad de rehabilitarse con el apoyo de la sociedad.
La lucha que hoy encabeza el Presidente de la República, Felipe Calderón, con el invaluable apoyo del Ejercito Mexicano, la Marina Armada de México, la Policía Federal, gobiernos estatales y municipales, policías estatales y procuradurías también, es una continuación de la lucha por la libertad que inicio Don Miguel Hidalgo, es una batalla más, por consolidar a México como un País libre, de toda forma de esclavitud y sumisión a poderes ajenos a su voluntad, por que todos los Mexicanos de bien tenemos la obligación de defender las libertades que tanto ha costado conseguir.
No debemos dar ni un paso atrás, nuestro País, tiene por delante un futuro luminoso, un futuro de prosperidad para todos, pero ese futuro depende de lo que hoy hagamos, de las decisiones que hoy tomemos.
Debemos reconstruir el tejido social, en el que descansa nuestra vida democrática a partir de un profundo y sincero proceso de reconciliación defendiendo y promoviendo la dignidad humana.
No podemos enfrentar los grandes desafíos que encara el País, si los actores públicos seguimos enfrascados en discusiones ancladas en posturas irreducibles que hacen imposible la construcción de los acuerdos, que la sociedad justamente demanda.
Debemos dialogar y construir en común, este dialogo y estos consensos no son fines en si mismos, si no instrumentos fundamentales para avanzar en el fortalecimiento de nuestro régimen de libertades, y para superar los retos y problemas que enfrentan nuestra Patria 200 años después de su fundación.
Ello sólo será posible si dejamos atrás rencillas, rencores y atavismos y nos comprometemos en un proceso de reconciliación centrado en compromisos claros de trabajo. Juntos sociedad, gobierno, unidos más allá de intereses particulares o políticos, los Mexicanos de bien, seguiremos adelante en la construcción del País, con el que soñaron nuestros libertadores, un México fuerte, unido, prospero y en paz.
Muchas Gracias por su atención.
Hace 200 años, el 6 de diciembre de 1810 el generalísimo de America, Don Miguel Hidalgo y Costilla, realizó en esta Ciudad uno de los actos de mayor justicia y trascendencia que pudo concretar en el corto tiempo en que encabezó la lucha por la independencia.
Con la proclamación del Bando contra la esclavitud, el Padre de la Patria puso fin en estas tierras al reconocimiento legal de una de las realidades más vergonzosas y humillantes, que por desgracia, han acompañado al hombre en lo largo de la historia, el que un ser humano se declare dueño del otro en todo, incluso de su vida misma y que esa persona pueda ser materia que comercio como si fuese con objeto.
Al haber sido la sede de la firma del bando, Guadalajara y su Palacio de Gobierno quedaron registrados en el historia como el lugar en el que el Cura Hidalgo se adelantó a los Gobiernos de todas las naciones de América y de Europa, al poner fin a un injusto sistemas económico en el que la prosperidad de una región o de un país dependía del trabajo esclavo y del comercio de un grupo de personas.
En España la esclavitud quedó abolida en 1837, 27 años después; en Estado Unidos se erradicada de su territorio en 1865 al termino de una cruenta guerra civil, 55 años después que en nuestra Patria; en Puerto Rico los 31 mil esclavos fueron liberados en 1873; en Cuba donde había más de 400 mil la esclavitud terminó hasta 1880; para los inicios de este siglo la esclavitud ya había sido abolida en prácticamente todas las legislaciones del mundo.
Sin embargo, 200 años después de la firma del Bando por parte del Padre de la Patria, Don Miguel Hidalgo la esclavitud no ha desaparecido del mundo en los hechos, sigue existiendo tanto en su forma tradicional como en nuevas formas de sometimiento de un grupo de seres humanos a la voluntad de otros.
La ignorancia y la pobreza esclavizan porque no permiten el aprovechamiento pleno de las capacidades y actitudes de las personas y por lo tanto quienes viven en estas condiciones no pueden alcanzar un desarrollo pleno.
Las mujeres que sufren violencia padecen esclavitud, la trata de personas también lo es y se ha convertido en uno de los negocios ilícitos más lucrativos del mundo, se estima, además, que en el mundo existen por lo menos un millón 400 mil mujeres y niñas que son utilizadas contra su voluntad para el comercio y la explotación sexual.
Según la Organización Mundial del Trabajo, por otro lado, hay más de 12 millones de adultos y de niños en el mundo en trabajos forzados, de los cuales, más de la mitad son mujeres.
Quien se hace adicto deja de ser dueño de si mimo, y es está la esclavitud moderna que ahora enfrenta la humanidad: las adicciones; porque quien es adicto pierde su libertad, su voluntad y su dignidad, se convierte en propiedad de su proveedor de estupefacientes y es capaz de hacer lo que le pidan sin importar lo abominable que sea con tal de satisfacer el vicio que lo tiene esclavizado.
Cuántos proyecto de vidas se han cancelado a causa de las adicciones, cuántos talentos se han desperdiciado, cuántas vidas se han perdido por el vicio de la droga. No hay duda de que las pérdidas que registran nuestro País a causa de las drogas son inconmensurables.
Se invierten muchos recursos en el combate al narcotráfico que podrían destinarse a obras de infraestructura o a programas de política social, se pierden vidas de soldados y policías que combaten a los narcotraficantes, se pierden jóvenes que son enganchados por las mafias deslumbrados por el poder y el dinero que ofrece esta criminal actividad, se pierde a hombres, mujeres y niños de todos los estratos sociales que caen en la esclavitud de la drogadicción.
Para terminar con esta nueva forma de esclavitud, es necesario tomar conciencia de que la adicción a las drogas es una forma de autodestrucción, que esta adicción ha creado un mercado que enriquece a los criminales que venden las drogas y que estos criminales son los responsables de la violencia que afecta a nuestro País.
Comprar, vender, consumir drogas, significa no solo atentar contra nuestra salud si no también fortalecer a nuestros enemigos, a ser más poderosos a quienes asesinan y destruyen a los mexicanos.
Invito a todos los ciudadanos, a los adolescentes que aún no llegan a la mayoría de edad a que reflexionen sobre lo que quieren en la vida, al futuro que desean para ellos, y para sus descendientes y comprendan que la lucha contra las adicciones es una tarea de todos, no tan solo del Gobierno.
Venceremos en esta batalla con el apoyo de la sociedad, los padres educando y orientando a los hijos, los jóvenes decididos a decir no a las invitaciones a probar la droga, y los que padecen la esclavitud de la adicción, con la firme voluntad de rehabilitarse con el apoyo de la sociedad.
La lucha que hoy encabeza el Presidente de la República, Felipe Calderón, con el invaluable apoyo del Ejercito Mexicano, la Marina Armada de México, la Policía Federal, gobiernos estatales y municipales, policías estatales y procuradurías también, es una continuación de la lucha por la libertad que inicio Don Miguel Hidalgo, es una batalla más, por consolidar a México como un País libre, de toda forma de esclavitud y sumisión a poderes ajenos a su voluntad, por que todos los Mexicanos de bien tenemos la obligación de defender las libertades que tanto ha costado conseguir.
No debemos dar ni un paso atrás, nuestro País, tiene por delante un futuro luminoso, un futuro de prosperidad para todos, pero ese futuro depende de lo que hoy hagamos, de las decisiones que hoy tomemos.
Debemos reconstruir el tejido social, en el que descansa nuestra vida democrática a partir de un profundo y sincero proceso de reconciliación defendiendo y promoviendo la dignidad humana.
No podemos enfrentar los grandes desafíos que encara el País, si los actores públicos seguimos enfrascados en discusiones ancladas en posturas irreducibles que hacen imposible la construcción de los acuerdos, que la sociedad justamente demanda.
Debemos dialogar y construir en común, este dialogo y estos consensos no son fines en si mismos, si no instrumentos fundamentales para avanzar en el fortalecimiento de nuestro régimen de libertades, y para superar los retos y problemas que enfrentan nuestra Patria 200 años después de su fundación.
Ello sólo será posible si dejamos atrás rencillas, rencores y atavismos y nos comprometemos en un proceso de reconciliación centrado en compromisos claros de trabajo. Juntos sociedad, gobierno, unidos más allá de intereses particulares o políticos, los Mexicanos de bien, seguiremos adelante en la construcción del País, con el que soñaron nuestros libertadores, un México fuerte, unido, prospero y en paz.
Muchas Gracias por su atención.
No hay comentarios:
Publicar un comentario