viernes, 26 de agosto de 2011

Discurso pronunciado por el Gobernador, Emilio González Márquez, durante la Ceremonia de Encendido del Fuego Nuevo de la Antorcha Panamericana.

Nos reunimos en Teotihuacan para celebrar el ritual de Encendido del Fuego Panamericano, continuando con una tradición que se remonta a 1951. Cuentan las historias de nuestros antepasados que este sitio es morada de los dioses; esta es una ciudad misteriosa y mágica, orgullo de México y patrimonio de la humanidad.

Aquí, en piedra y argamasa se representan en imponentes pirámides, el Sol y la Luna. Él, creador y sostén de la vida, mientras que ella, con tenue luz ilumina la oscuridad para dejarnos ver el corazón de los seres humanos.

Desde aquí, en un acto simbólico nos volvemos a hermanar con todos los pueblos de América. Revaloramos el fuego como el elemento que hizo posible el inicio de las civilizaciones y la existencia de nuestras culturas que hoy, se agrupan nuevamente en torno a él para conocerse y reconocerse.

Será nuestra Nación el crisol en que se fundirá nuevamente la solidaridad entre los pueblos de América. La flama de los Panamericanos hará posible con su luz y su calor, que germine y crezca el sentimiento fraterno de los habitantes del Continente.

Las banderas de las naciones participantes representan pueblos orgullosos de su pasado y con un gran entusiasmo en su futuro. Somos un Continente que, en torno del fuego que nos une refrenda sus estrechos vínculos culturales y renueva sus lazos de histórica fraternidad.

Los décimo sextos Juegos Panamericanos Guadalajara 2011, los juegos de México serán una gran fiesta de deporte continental que nos mostrará al mundo como una Nación de gran porvenir. Con un glorioso pasado que se fundamenta en la cultura ancestral de sus pueblos de origen, y en sus hombres capaces de grandes obras.

Con esta Ceremonia de Encendido del Fuego Nuevo inicia el recorrido de la Antorcha Panamericana por todo el País, como un llamado a todos los mexicanos para renovar nuestro compromiso de construir un País mejor, más justo, más libre, más seguro, más solidario.

Que el Fuego Nuevo que enciende la Antorcha Panamericana represente también la voluntad de todos los pueblos de América para hacer de sus niños y sus jóvenes de hoy, los forjadores de naciones sanas, competitivas y fraternas.

Para Jalisco y los jaliscienses ser anfitriones a nombre de México de esta edición de los Juegos Panamericanos, representa un compromiso que sabremos afrontar y llevar a buen término, para que sean recordados como una gran fiesta continental de la juventud.

En este sitio que honra las grandes culturas de nuestra América y que fusiona en el espacio y en magnas construcciones a las dos figuras míticas de todas las culturas del planeta, la Luna y el Sol, nos reunimos alredor del fuego que nos une.

Nuestras diferencias sucumben ante la coincidencia del lenguaje del fuego, como símbolo de los ideales más nobles, la convivencia pacífica, el progreso compartido y la solidaridad.

Muchas gracias.

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