lunes, 5 de septiembre de 2011

Discurso pronunciado por el Gobernador del Estado, Emilio González Márquez, durante la XXXI Entrega de la Medalla al Mérito Industrial 2011.

Es un gusto muy grande para mí acompañar a los dirigentes de las Cámaras Industriales de Jalisco, en la entrega de la medalla al Mérito Industrial al destacado ingeniero Carlos Valencia Pelayo. Esta es una distinción muy merecida para don Carlos, porque además de dirigir una empresa constructora que ha participado en la creación de infraestructura en Jalisco y otras entidades del País con obras de calidad, se ha dedicado a apoyar a instituciones de asistencia social como el Organismo de Nutrición Infantil, CARITAS, la escuela para niñas ciegas y varias más.

Felicidades don Carlos por este reconocimiento que le hace el Consejo de Cámaras Industriales, al cual me sumo a nombre propio y de los jaliscienses por ser usted un empresario ejemplar y por estar comprometido con las mejores causas de México.

Felicito también a quienes han sido reconocidos por las cámaras empresariales como industriales distinguidos.

Estas distinciones me hacen pensar en alguno de los grandes premios que se otorgan, los más distinguidos, que tienen que ver con la búsqueda de la paz, el más conocido es el Premio Nobel de la Paz que se entrega cada año en Oslo, pero hay muchos otros galardones que se entregan a quienes buscan la paz.

Pero la paz no es algo que busquemos con el propósito de que nos den un premio, los premios vienen por añadidura, por supuesto. La paz es un anhelo universal, es uno de los grandes sueños de la humanidad porque ha sido muy difícil de lograr, es más común, si vemos la historia, la guerra que la paz; pero también la historia habla de los periodos de paz como algo precioso, porque es cuando florecen las culturas, las artes, las ciencias, cuándo las sociedades alcanzan un mayor desarrollo y la gente vive más feliz.

Todos hablamos de la paz, todos decimos que queremos la paz, pero en un entorno tan conflictivo, violento como el que por desgracia existe en algunas regiones de nuestro País, todos anhelamos la paz, es un reclamo de todos los mexicanos. Pero no podemos hacernos la ilusión de que la simple ausencia de la guerra o de la violencia por más que deseemos y lo deseamos que termine pronto traerá por sí la paz verdadera.

No hay verdadera paz si no viene acompañada de justicia, de equidad, de solidaridad, qué nos toca hacer a cada uno de nosotros para lograr esta paz verdadera, como autoridades, como empresarios, como padres de familia, como maestros, como líderes sociales o religiosos, ¿Cómo construimos la paz?

A nosotros como autoridades nos toca hacer lo que nos marca la Ley, y no sólo estrictamente en materia de procuración de justicia o seguridad pública, más allá de las cuestiones meramente policiacas, la construcción de la paz tiene que ver con dar acceso a la cultura, a la educación, a la salud, a las oportunidades de empleo, dotar de servicios públicos, promover el deporte, todo aquello que se ha dado en llamar “la reconstrucción del tejido social”.

Los empresarios tienen también hoy una gran responsabilidad en la construcción de la paz. Más allá de solamente denunciar y levantar su voz, su tarea en la construcción de una paz con justicia para México, tiene que ver con su compromiso con la formación, la capacitación y la promoción de sus colaboradores por un lado; y por el otro, una verdadera atención a sus necesidades, no nada más en cuanto pagar sueldos justos, eso se pre supone, sino en un trato humano que tome en cuenta su realidad cotidiana, con horarios dignos; con tiempo y espacio para la convivencia familiar; con la promoción de ambientes de trabajo sanos, dignos y respetuosos.

Pienso en empresarios ejemplares como don Salvador López Chávez; Raúl Urrea; Fernando Aranguren y muchos otros que no solamente se dedicaron a crear riqueza sino que han sido empresarios fundamente responsables con la sociedad. Todos ellos fueron creadores de paz, muchos de ustedes sé que también lo son, y muchos otros pueden serlo, cumpliendo con aquello que les corresponde.

A los padres de familia, a los maestros les corresponde más que nunca poner énfasis en la difusión de los principios elementales del civismo, inculcar en los niños y jóvenes la cultura de la legalidad; del respeto a los demás; de la tolerancia; del cumplimiento de los deberes públicos, así ellos también son constructores de paz.

A los líderes religiosos, a los líderes sociales también, más que delimitarse ahora a la denuncia, a la protesta o a la prédica abstracta, lo que les corresponde es colaborar para seguir difundiendo entre toda la ciudadanía la importancia de cumplir con sus deberes legales y humanos; el respetar al prójimo; el pensar en el bien común antes que en el interés personal.

La paz es tarea de todos, si quieres la paz, trabaja por la justicia; si quieres la justicia, defiende la vida; si quieres la vida, abraza la verdad.

Muchas gracias a todos los constructores de paz; muchas gracias a don Carlos por este ejemplo de vida, por esta trayectoria como constructor más que de caminos o de carreteras, de constructor de la paz.

En hora buena a todos los galardonados, son ustedes un ejemplo de lo que debemos hacer en nuestro País para construir la paz, y a todos nosotros nos queda su ejemplo para cumplir la parte que nos corresponde.

A todos ustedes, a Manuel Herrera, al Consejo de Cámaras Industriales de Jalisco, a toda la gente de bien de nuestro Estado, que se afana por construir la paz, muchas gracias.

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